Ultimamente, divertidos y fabulosos post se me han ocurrido en mi deambular por la vida. Quería escribir sobre la "conección" que creo que Sh y yo tenemos, de temas políticos que andan candentes en México, del regreso de Acidita y un poco de música, de volverte a encontrar con la música que te calaba hasta los huesos...
Pero tengo mi mente dividida en dos... tengo dicotomías, y hablar de ellas sería caer en el cliché que estoy evitando.
No quiero hablar de mi embarazo porque si de por sí ya siento invadido mi cuerpo y mi vida por el pequeño sujeto, no quiero ser la regordeta madre sentada en una mesedora, con una batita rosa enooorme tejiendo chambritas y hablando unicamente de lo realizada que se siente como mujer ante el hecho de que, finalmente, será madre. No es así, sinceramente siento un gran desapego de mi bebé...
¿Cómo explicarlo?... mmmm...
Cuando le dije a mis papá que estaba embarazada, ellos se pusieron muy contentos y me dijeron que "ahora sí no estaba sola en la vida". Traté de digerir ese idea, "no estar sola en la vida". Pero entre más pienso ésto, más cuenta me doy de que no tengo alguna expectativa sobre mi hija. Realmente no espero nada de ella, y no pienso que ella será una sanación para ninguno de mis males. Por éso creo que estoy desapegada.
Es un sentimiento defícil de explicar. Creo que es un poco de pesimismo ante la maternidad, un poco de pesimismo ante una nueva persona. Pienso que, tal vez, mi hija será tan rebelde que yo me convertiré en su mayor enemiga, o que nunca daré al ancho en sus expectativas, o que, simplemente ella será una persona tan independiente y desapegada de su familia, que yo tan sólo seré su madre, a la que visita una vez al mes por compromiso...
Y me hago a la idea de que Loreta no será el gran aliciente, impulso, o ánimo para vivir, que será un reto temporal hasta que ella encuentre su camino y me deje continuar con el mío en soledad.
Entonces, me cuestiono qué son los hijos en realidad, qué somos los hijos para la vida de nuestros padres, y me siento un poco animalizada al cumplir mis aspectos biológicos teniendo mi hija, mi familia y dejando a un lado las metas personales que, para cumplirlas, tenía que haber continuado con el camino de la soledad, de la unidad vital (sólo yo).
Después, pienso que es hermoso contemplar (con la pasividad que implica la contemplación), cómo una nueva personita de entre varios millones, llegará al mundo y lo enfrentará, desde su primera respiración, hasta su primer encuentro cercano con la muerte, y se me ocurre que ahora mis padres contemplan emocionados, como contemplo yo una nueva vida, que a su vez dejará de ser activa cuando llegue su momento de contemplar.
Y todos nos quedamos pasivos.